martes, 23 de septiembre de 2014

MONÓLOGO DE LEOCADIA

Siempre ando repleta de letras llenas de flores que bien en mi imaginaria las voy  guardando en un cesto,  las meto poquito a  poco  según se  van inspirando.

¿Por qué no voy a imaginar mis sueños si la vida sueño es que ayuda a vivir el sueño y tengo alegría de vivir sin más saber  que al sueño haya de pedir?

Yo no digo mentiras ni verdades, solo digo las palabras mías, las que son legales, las agradables, las que son palpables.

No son activas ni son pasivas formas pero con mis palabras quiero regar las flores de mí entendimiento, las que flotan en el aire.

Mis flores son leales y siempre andan dispuestas en mi pensamiento. No me parezco a nadie, simplemente soy  yo y diferente.

Bien atenta ando regando las flores del cesto por si acaso no las arrugue el Sol  ni las destrone el viento pues  han de crecer para alcanzar presteza y solidez y sobre todo aroma con caricia y con ternez. 

No quiero que crezcan con ligereza pues bien con ellas he de alcanzar la destreza ya que en ser flores del entendimiento no quiero que tengan censura, más bien sean halago para mi mente hacer fortuna…

Y en  gozo, sea el crecer mis flores con acierto y con ternura aunque llamen a mí ser locura por regar en un   cesto  mis flores   con   sentimiento   y  dulzura.

En volar a cualquier lugar del etéreo, es dicha y agrado y todos van sonriendo sin confusiones ni orgullo, sin codicia de haberes y qué dicha la ventura sin pesadez ni temores, solo bonanzas y plenitudes.

Y yo escribiendo con mis flores poemas para volar al mundo llevando esperanza, para entonar alivios a tanto sufrir y desventura.

Con activar la conciencia en buenas reflexiones, verán las Luces con el crecer  de mis flores.  Pero...

 ¿Dónde están mis alas las que me dio la amistad de Orfeo? ¡Oh,  con este cuerpo pesado no puedo levantar el vuelo! Me faltan las alas, las debí perder al volver por el camino del mundo terreno.

Bien podré pedir explicaciones a Platón que en purificar senderos aprobó los menesteres del vuelo. ¡Oh, flores de mi entendimiento, buscad mis alas para poder realizar mis sueños sin ser medrosos…!

Los astros, en sus misterios, siempre van susurrando buscando el milagro, buscando estrellas y luceros para iluminar los momentos.

Yo, seguiré regando mis flores, más, van creciendo los capullos que bien buscando mis atenciones y riego todos y todas que con darles cariño, me van sonriendo.

La música celeste la puedo seguir escuchando, el haber perdido mis alas no quiere decir que haya perdido sonido en la capacidad de mis sueños para crecer  en un cesto mis flores.

Y  al hálito de llenar las copas con néctares de alegría, se colmen de menesteres cultos las  florecidas mentes que a más de una bien le iría algún poema, poesía o cuento.


                                                                                                                        María Pilar Novales.

1 comentario:

  1. Lo dices muy bien, amiga. Eso es, nunca dejes de regalarnos tus bellas flores.!

    Beso

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