Tras el choque sentimental de la propia
vivencia del ser, y en sufrir la emoción negativa, va
creciendo en el niño entre la desorientación y el dolor.
Mucho se dice del mal llamado Tercer Mundo
pues son muchos los lugares donde aparece siendo grupos desorientados de la Fe
y la Luz sin ninguna confianza de su existencia.
No son los comentarios, las fotografías,
los vídeos que se publican quedando las palabras mudas a los hechos. Son las
vivencias directas del día a día real de
los misioneros allá y de esos niños de distintas edades y diferentes culturas que se sacan de aquél mundo para
darles una vida mejor, alimentos, Cariño, enseñanza, todas esas cosas que
tuvieron en carencia y que en la mayoría de los casos es muy difícil entrar en
las degradadas mentes infantiles.
Tras el trauma del plato vació, no hay
ninguna respuesta en sus mente de el por qué, ellos, no tienen qué llevarse a
la boca o acaso míseros alimentos para lo cual han de hacer cola hasta por unas
mínimas gotas de agua, a veces contaminada ausente todo, de la presencia de una
mínima profilaxis.
La sonrisa de un niño hambriento es tan
solo una mueca, acaso tenue a cualquier grito aún sin contar la debilidad y enfermedades entre las que se encuentra
el sida y la tuberculosis.
Traer hijos al mundo es la única riqueza
que les han enseñado pero ¿y cómo son esas culturas tan ancestrales? Por eso,
porque nadie instruye a la pobreza y en llegar a la “adolescencia” ya se considera
mayoría de edad para la trama de dar gusto al cuerpo sin otros objetivos, sin otros
motivos de crecer ni aprender el camino recto de Dios y de la Fe y como seres que
lleva el diablo, su vida se desorienta en tu máxima mayoría entre el dolor y la
vergüenza…
(De la novela “YO CARLOTA”)
Mª Pilar Novales
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