Entrelazaba su mirada en los campos de primavera,
las espigas sonreían buscando el entusiasmo del verano.
las espigas sonreían buscando el entusiasmo del verano.
San Isidro parecía estar con su oración
entre los campos, la melodía que entonaban los pájaros
era sustento de alegres momentos.
Leonardo hilvanaba su corazón, con aquella fértil cosecha podría hacer un
buen regalo a su amada.
El riachuelo cercano ofrecía frescura de encuentro.
¿Era real o imaginada aquella Paz transparente dilatando las pupilas de un
enamorado de aquellas fértiles tierras todas bendecidas por los dioses?
Sus mudas palabras lucían el equipaje de una ilusión para vivir, respiraba
la Naturaleza, aquél don Divino que Dios
había puesto sobre el mundo donde él, entre las duras
tareas del campo, tenía atrevidas emociones para ser feliz.
Mª Pilar Novales
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