martes, 19 de noviembre de 2013

MONÓLOGO DE ARMANDO

Contigo querida Higuera todo el año me parece primavera, además, tienes nombre masculino por tu tronco y femenino por tus ambrosías. Como una novia eres para mí en este mí huerto que tanta dicha y compañía me produce.
Eres un árbol pequeño de la familia de las moráceas, tus hojas son lobulosas y que buen fruto me vas dando en el tiempo de otoño  ofreciendo a mí paladar los sabrosos higos o las brevas que unos y otras vais  en el momento que os toca crecer.
En realidad no das un fruto solo sino tus higos son una infrutescencia (un conjunto de frutos con más de setecientos cincuenta especies de higos diferentes entre lo comestibles y los que no se comen) Ya sé querida Higuera que vienes de Asia Occidental aunque te expandiste por todo el Mediterráneo. A mí me ofreces el fruto en los primeros fríos de otoño.
Además yo te cuido todo el año y tú me respondes con la sombra que me das en tiempo de calor. Ornamentas mi huerto de maravilla impregnando todo de tu delicado aroma. Una hamaca tengo bajo tu sombra y tu gozoso halago y armonía.

De vez en cuando voy vigilando mis gallinas, ya sabes, querida higuera, me dan unos huevecitos a diario, que como es natural, no consumo todos los que ponen las gallinas y los vienen a buscar las vecinas. Mis huevos les resultan buenos y sabrosos como las brevas que de todo les apetece. Siempre me quieren pagar algo por lo que llevan a su casa. Yo se les doy con todo mi Cariño. Dicen que si soy feliz. No sé qué te diga pero tengo la sensación de tener cuanto me hace falta.

Mi huerto de verduras y otros frutales que también comparto, flores con sus misteriosos aromas… Soy silencioso, ya lo sabes, pero es que pienso que hasta de alguna palabra que pueda expresar, las gallinas con su labia lo pueden cacarear y con tanto vecino…

Contigo no hay problema, eres tan discreta que a ti muchas cosas te las puedo contar aquí en nuestra intimidad. Te confieso que tuve una novia que me dejó por otro,  fui a buscar la luna y cuando volví otro más listo que yo la conquistó.

Me había enamorado con el corazón y con el alma. Tuve que ahogar mi orgullo y venirme a vivir al campo para evitar la vergüenza ajena. Que si era un calzonazos, que no tenía memoles por habérmela dejado quitar y…

Así en este pueblo todos me quieren porque no saben mi vida ni milagros. Ya sabes que el hijo, el que tuve de joven, se lo llevó su madre y si te he visto no me acuerdo. Claro, me pidió la luna y un trabajador honrado y modesto sin más pertenencias que mi juventud y un futuro a formar…

Al heredar un poquito de mis padres y algún ahorrito, la busqué y le di lo que tenía.  Lo hice para mi hijo, pero ella, altanera bien floreada, altiva, como una señorona con brillo de riqueza permanente ya que bien se veía en el sombrero de cuatro  puntas con ramo floreado de flores secas, Y  nada,  nada dijo cogiendo lo que dignamente le di para atención a la necesidad de mi hijo.

Desde  al poco de nacer el niño que ya se fue,  nunca más me permitió ver a la criatura. Quise tener la conciencia tranquila. Pero sabes, tengo siempre clavada la espina de la paternidad, no te puedes imaginar lo que he podido padecer con la existencia de ese mi hijo que tanto le pude haber querido.

Con lo que pude ahorrar me compré esta casa con huerto, tengo poca pensión pero para mí solamente entre las verduras, los árboles frutales, los huevos y algunos higos tuyos voy ahorrando algo por eso que dicen que si ganas tres guardes por lo menos uno por si “acaso” pero el por si “acaso” te hace ir estrecho y te mueres y queda casi siempre para el diablo.

Perdona, querida Higuera, yo hablo y hablo y tú, sumisa y respetuosa escuchando. Te estoy comparando como si fueras profesional de psiquiatría que escuchan, escuchan con suma atención y al final dan su diagnóstico o recetan. Así, voy a acabar con mis sentires de desahogo.


¿Tú te has dado cuenta, querida mía, que hace algún tiempo nos visita una dama educada, respetuosa y muy digna? Es jubilada de maestra, viuda sin descendencia. Yo no hice ninguna carrera de las que llaman universitarias pero hice una profesión digna.
En el tiempo libre tomé algunas clases de cultura y tomando gusto en aprender, me convertí en autodidacta.  Cuando salgo por el pueblo con las personas cultas y con la gente joven, puedo alternar.

Nunca pensé en enamorarme, con los dos tropezones que tuve, nada de eso. Imagínate, que hace muchos años, que yo aún vivía en la ciudad, vi a una amiga de la madre de mi hijo….
Me quedé pasmado, sin saber nunca nada de dónde paraba… Me dijo, la tal vecina, que se había casado con un terrateniente que era estéril y que al no tener descendencia para su hacienda, la tomó como esposa y a mi hijo como si fuera hijo propio, que le había dado los apellidos… Pero sigo sin saber su paradero.

¿Tú crees, querida amiga, que esta amistad me conviene? A ella no le importa viajar y salir de la rutina. Ha insinuado que las gallinas y todo lo demás, podemos dejarlo durante algunos días, a cargo de alguno del pueblo que los hay de confianza y poder vivir un poco. Yo, por las experiencias que he vivido, un poco ando a la sombra de la vida, sin intimidad con nadie…

Ahora, que ya se hace la hora higuera mía, nos iremos a acostar y mañana, al amanecer el Alba, ya me dirás tu opinión a ver si acaso pudiera yo alcanzar alguna compañía, que, quién sabe si al final en esta tercera edad, que aún dicen que hay una  cuarta edad y que en esta aún se puede crecer y evolucionar. Buenas noches mi atenta y querida Higuera, hasta mañana si Dios quiere.

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