Contigo querida Higuera todo el
año me parece primavera, además, tienes nombre masculino por tu tronco y
femenino por tus ambrosías. Como una novia eres para mí en este mí huerto que
tanta dicha y compañía me produce.
Eres un árbol pequeño de la
familia de las moráceas, tus hojas son lobulosas y que buen fruto me vas dando
en el tiempo de otoño ofreciendo a mí
paladar los sabrosos higos o las brevas que unos y otras vais en el momento que os toca crecer.
En realidad no das un fruto solo
sino tus higos son una infrutescencia (un conjunto de frutos con más de setecientos
cincuenta especies de higos diferentes entre lo comestibles y los que no se
comen) Ya sé querida Higuera que vienes de Asia Occidental aunque te expandiste
por todo el Mediterráneo. A mí me ofreces el fruto en los primeros fríos de
otoño.
Además yo te cuido todo el año y
tú me respondes con la sombra que me das en tiempo de calor. Ornamentas mi
huerto de maravilla impregnando todo de tu delicado aroma. Una hamaca tengo
bajo tu sombra y tu gozoso halago y armonía.
De vez en cuando voy vigilando mis gallinas, ya sabes, querida higuera, me
dan unos huevecitos a diario, que como es natural, no consumo todos los que
ponen las gallinas y los vienen a buscar las vecinas. Mis huevos les resultan
buenos y sabrosos como las brevas que de todo les apetece. Siempre me quieren
pagar algo por lo que llevan a su casa. Yo se les doy con todo mi Cariño. Dicen
que si soy feliz. No sé qué te diga pero tengo la sensación de tener cuanto me
hace falta.
Mi huerto de verduras y otros frutales que también comparto, flores con sus
misteriosos aromas… Soy silencioso, ya lo sabes, pero es que pienso que hasta
de alguna palabra que pueda expresar, las gallinas con su labia lo pueden
cacarear y con tanto vecino…
Contigo no hay problema, eres tan discreta que a ti muchas cosas te las
puedo contar aquí en nuestra intimidad. Te confieso que tuve una novia que me
dejó por otro, fui a buscar la luna y
cuando volví otro más listo que yo la conquistó.
Me había enamorado con el corazón y con el alma. Tuve que ahogar mi orgullo
y venirme a vivir al campo para evitar la vergüenza ajena. Que si era un
calzonazos, que no tenía memoles por habérmela dejado quitar y…
Así en este pueblo todos me
quieren porque no saben mi vida ni milagros. Ya sabes que el hijo, el que tuve
de joven, se lo llevó su madre y si te he visto no me acuerdo. Claro, me pidió
la luna y un trabajador honrado y modesto sin más pertenencias que mi juventud
y un futuro a formar…
Al heredar un poquito de mis
padres y algún ahorrito, la busqué y le di lo que tenía. Lo hice para mi hijo, pero ella, altanera
bien floreada, altiva, como una señorona con brillo de riqueza permanente ya
que bien se veía en el sombrero de cuatro
puntas con ramo floreado de flores secas, Y nada, nada
dijo cogiendo lo que dignamente le di para atención a la necesidad de mi hijo.
Desde al poco de nacer el niño que ya
se fue, nunca más me permitió ver a la
criatura. Quise tener la conciencia tranquila. Pero sabes, tengo siempre
clavada la espina de la paternidad, no te puedes imaginar lo que he podido
padecer con la existencia de ese mi hijo que tanto le pude haber querido.
Con lo que pude
ahorrar me compré esta casa con huerto, tengo poca pensión pero para mí
solamente entre las verduras, los árboles frutales, los huevos y algunos higos
tuyos voy ahorrando algo por eso que dicen que si ganas tres guardes por lo
menos uno por si “acaso” pero el por si “acaso” te hace ir estrecho y te mueres
y queda casi siempre para el diablo.
Perdona, querida Higuera, yo hablo y hablo y tú, sumisa y respetuosa
escuchando. Te estoy comparando como si fueras profesional de psiquiatría que
escuchan, escuchan con suma atención y al final dan su diagnóstico o recetan.
Así, voy a acabar con mis sentires de desahogo.
¿Tú te has dado cuenta, querida mía, que hace algún tiempo nos visita una
dama educada, respetuosa y muy digna? Es jubilada de maestra, viuda sin
descendencia. Yo no hice ninguna carrera de las que llaman universitarias pero
hice una profesión digna.
En el tiempo libre tomé algunas clases de cultura y tomando gusto en
aprender, me convertí en autodidacta.
Cuando salgo por el pueblo con las personas cultas y con la gente joven,
puedo alternar.
Nunca pensé en enamorarme, con los dos tropezones que tuve, nada de eso.
Imagínate, que hace muchos años, que yo aún vivía en la ciudad, vi a una amiga
de la madre de mi hijo….
Me quedé pasmado, sin saber nunca nada de dónde paraba… Me dijo, la tal
vecina, que se había casado con un terrateniente que era estéril y que al no
tener descendencia para su hacienda, la tomó como esposa y a mi hijo como si
fuera hijo propio, que le había dado los apellidos… Pero sigo sin saber su
paradero.
¿Tú crees, querida amiga, que
esta amistad me conviene? A ella no le importa viajar y salir de la rutina. Ha
insinuado que las gallinas y todo lo demás, podemos dejarlo durante algunos
días, a cargo de alguno del pueblo que los hay de confianza y poder vivir un
poco. Yo, por las experiencias que he vivido, un poco ando a la sombra de la vida,
sin intimidad con nadie…
Ahora, que ya se hace la hora higuera
mía, nos iremos a acostar y mañana, al amanecer el Alba, ya me dirás tu opinión
a ver si acaso pudiera yo alcanzar alguna compañía, que, quién sabe si al final
en esta tercera edad, que aún dicen que hay una cuarta edad y que en esta aún se puede crecer
y evolucionar. Buenas noches mi atenta y querida Higuera, hasta mañana si Dios
quiere.