Busco en el lenguaje del desván de mi memoria,
alguna virtud que pueda asirme a la palabra.
alguna virtud que pueda asirme a la palabra.
En encontrar un recuerdo, viene a mí el
dulzor del chocolate que mi querida abuelita me daba para la merienda.
El feliz recuerdo aviva el tiempo presente.
¡El chocolate qué dulzor para niños y también mayores ya que mi abuelita también con placer lo saboreaba!
¡El chocolate qué dulzor para niños y también mayores ya que mi abuelita también con placer lo saboreaba!
Mucho trecho recorrió el chocolate, desde el río Orinoco o río Amazonas hasta
llegar a México entre las culturas prehispánicas.
En el siglo XVI los españoles conocen el CACAO al
colonizar América llegando a la conquista de México viajando el CACAO en barco
hasta las costas españolas saliendo del puerto de Veracruz comienza la ruta
comercial para abastecer a España y posteriormente a Europa.
Con caña de azúcar se endulzó y la Corte con buen
agrado lo tomó diciéndose que “el chocolate era para el español como el té para
el inglés”.
Así, mi abuelita y yo gozábamos, no solo en porción
sino a la taza untando el pan tostado a la brasa de aquél fogón magnífico que
aún sigue dando calor junto al Cariño que mi abuelita me regalaba.
Para las abuelas que tantos dulzores dan a sus queridos nietos.
María Pilar Novales Fandos.
Muy bueno, amiga. Me resulta ilustrativo, y de bien decir.
ResponderEliminarAbrazos