La
felicidad depende en vivir cada día con el condimento que se
pone
entre el entusiasmo y el Amor en el menú de la alegría.
Así, notarás que va fluyendo la ternura del corazón, para la gente que te rodea se va abriendo poquito a poco un sentir y una razón donde como sujeto principal hasta llenar el hueco
donde no había nada, infiltra la riqueza de la solidaridad.
El
interés por los que
te rodean, próximos
o a distancia, te inclina a la prioridad de
colaborar en la
ayuda humana como
si de tu propio ser se tratara ya que poniendo la mirada en Dios no hay obstáculos que vencer salvo la propia decisión humana en su totalidad.
En la respuesta te sientes dentro de una totalidad humana coherente,
nunca te sientes solo ni aislado cuando es demasiada carga piensas en buscar
apoyo y tú rindes a la capacidad del imperio evolutivo de tu propio espíritu.
Así, nunca
deseas escapar de algo que te hace
enriquecedor, dando de ti lo que está a tu alcance. En algún momento te
detienes, buscas la calma, pero sabes que Dios está contigo
encontrándolo dentro de
tu propio corazón henchido de gloria.
Dios te da
el escenario, de tu propia vida, tú pones
el guión de
tu propia existencia donde, según
tu representación, encontrarás sufrimiento, quizá llevadero o encontrarás la alegría
o el gozo
que te hará
crecer entre el Amor y la humildad.
A medida que
se acepta el ser humano, saca
de dentro de sí sus valores porque Dios y tú es uno, ten Fe y camina con Él encontrando tu
corazón la verdadera alegría de vivir en
la autoridad de
sentirte humildemente útil ante
la sociedad encontrando la Paz pura y sincera en tu interior.
Autor Francisco Signes Sánchez
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