En
las ramas de los árboles, ya desnudas desprovistas de sus vestiduras, dormitan
los pájaros con deleite y con frescura.
Ya
pronto llegará el invierno y acomodarse será fortuna pues en ponerse bien
juntos, prestos, harán presura.
¿Qué
podrán llevar a sus boquitas sin frutales, granos ni hortalizas cerrando sus
ojos las flores en la humildad de sus vidas?
Acaso serán en razonar sus pensamientos en atención mimosa a las flores por la dádiva de sus alientos dándoles su aroma el viento?
Acaso serán en razonar sus pensamientos en atención mimosa a las flores por la dádiva de sus alientos dándoles su aroma el viento?
Y
en hacer eco las campanas, al baile de su poética alegría, va llegando la fiesta
de Primavera llenando de calor el contento de su algarabia.
Ya
la brisa va ligera, la nueva vida canta desprendida de su sueño, felizmente se
levanta.
No
hay nieve, ya no hay frío, el dulzor de la vida se entusiasma, brillan y
sonríen las flores, los pajarillos se entusiasman.
La
inocencia de los niños vuelve a vivir su placer alegrando parques y jardines
con los seres del Querer….
Felices
van los abuelos viendo a sus nietos correr acariciando la nostalgia, la niñez y
en otra feliz Primavera sigue disfrutando la vejez.
Pero qué pensarán aquellos niños y abuelos que no ven las Primaveras del Querer?
Qué
pensarán sin alimentos ni sueños que a tantos les puede enriquecer? ¡Oh, Señor,
si más humildad hubiera a cuantos llegara la Caricia del Querer…!
Pilar Novales
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