domingo, 15 de junio de 2014

COMO LIMPIAR EL ALMA (Relato de Francisco Signes)

Si nosotros mentimos se entristece el fuego, se pone triste la lluvia  y en el cielo de nuestra historia, en su negrura,  ni nosotros nos lo creemos. ¿Por qué pues mentimos si la mentira es vacía y no tiene fondos?

Alicia quería ir un día de fiesta en compañía de unos amigos pero en pensar que sus padres no la dejarían ir de esa forma les mintió y en su lugar dijo que iba a ir al cine con una amiga y aunque se sintió mal por no decir la verdad, se marchó sin más meditar.

Se comieron una pizza y la fiesta con baile incluido, estuvo genial. Su más amigo, bebiendo más de la cuenta acabó ebrio, una borrachera leve pero ya dando sus trastornos cognitivos.

Pedro, en aquel estado más fumando cigarrillos de esos prohibidos que atacan a la salud mental, la invitó a dar un paseo. De repente, Pedro, comenzó a propasarse con Alicia perdiendo el respeto hacia su sentir íntimo.

Alicia no quería acceder a la impertinencia de su amigo y pensó… “tal vez mis padres tenían razón, aún soy joven para salir a estos eventos”, ¿cómo pude ser tan tonta?

Con insistencia, Alicia le dijo a Pedro, Por favor llévame a casa, no quiero quedarme aquí. Pedro se molestó y poniendo el coche en marcha arrancó a gran velocidad, Alicia asustada pidió encarecidamente… ¡Oh, Dios mío ayúdanos vamos a chocar!

Pero el desastre surgió quedando el coche destrozado, Alicia recibió de lleno todo el impacto. Aún consciente sintió y percibió que alguien la sacaba del vehículo, ella escuchó voces… ¡Llamar a la ambulancia estos chicos tienen problemas!


Alicia creyó oír que había dos coches involucrados en el accidente. Alicia despertó en el hospital viendo tan solo caras tristes. Has tenido un accidente terrible, --dijo alguien entre tanta confusión--. 

Los médicos le dicen a Alicia, tu acompañante y conductor ha muerto, por ti estamos haciendo lo que podemos, estás muy mal y pensamos lo peor,  tu vida se nos va de las manos.

¿Quién eran los ocupantes del otro coche que chocamos? –preguntó  Alicia llorando inmensamente--, también murieron en el acto sus dos ocupantes del accidente, le contestaron.

Alicia rezó, ¡Dios mío, perdóname por lo que he hecho, solo quería divertirme un poco!

Dirigiéndose a una de las enfermeras le pidió por favor: “dígales a la familia de los ocupantes que iban en el otro coche que me perdonen, yo quisiera que regresaran sus seres queridos, por favor enfermera”.

¿Podrá decir esto de mi parte? Digan también a mi papá y a mí mamá que lo siento, les mentí y me siento culpable por las personas que han muerto. ¡dígalo  por favor!

Quedó callada la enfermera, como una estatua. Al instante, Alicia muere. Un hombre que estaba presente cuestionó  la expresión… ¿”Por qué no hace lo posible para cumplir la última voluntad de la niña”?

La enfermera miró al hombre con sus ojos llenos de tristeza y le contentó:  La gente del otro coche eran su padre y su madre que habían salido  a buscarla…
                                                
                                                                       Autor Francisco Signes Sánchez


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