PRUDENCIO
ARBOLEA
Era un muchacho también
ya entrado en alguna madurez de su edad, nació en Aragón, fue un niño rural, el
único varón de tres hermanos, dos niñas mayores
que Prudencio aunque con poca diferencia de edad.
De familia fervientemente católica, fue
infantico del Pilar e ingresó en el Seminario de Zaragoza a temprana edad, como
sigue existiendo desde bastante tiempo. Seres educados y amorosos pasando a los
niños por el manto de la Virgen del Pilar.
Prudencio tenía vocación de ser sacerdote,
de complacer a sus queridos padres, de servir a Dios a través de transmitir la
palabra, que evidentemente, era la del evangelio de Jesús, la palabra del Amor
fraterno.
La Ultima Cena que presidía el comedor de
su casa, siempre le atrajo, vibraba en su sistema emocional y bien pudo ir a
Italia a presenciar aquella Última Comida de Jesús.
Aquella pintura hecha por Leonardo da Vinci y que a Leonardo, le costó buen trabajo completar la difícil
personalidad del maestro, y también la de sus discípulos.
Prudencio, no vio la pintura con los
mismos ojos de su ferviente y transparente espíritu cristiano, estaba
diferente.
Aquella posición, que bien le llenaba de
Amor y amistad con el mejor amigo que siempre
tendría en su haber, Jesús, no acentuaba en su entendimiento.
Prudencio hacía responsable a su espíritu,
sabía, preveía de anticipado.
Así, consiguió ser un buen sacerdote tras
los largos años de estudios en el seminario.
Pasados unos años de párroco por los
pueblos de Aragón con capacidad ferviente, busca un cambio en su vida.
Con su alzacuello, solicitó ir a misiones
durante un tiempo como experiencia hacia la humildad y fraternidad del destino humano.
Allí, se dio cuenta de la verdadera Fe
cristiana como transmisor del poder de Dios a través del cuidado y Enseñanza del Amor al semejante.
Pensó que su verdadera vida era aquel
evangelio viviente, natural, humano y vivificante que en henchir el corazón,
hace crecer las almas con la sutileza del Amor.
En cinco años volvió de misiones destinándolo
a Madrid. Allí comenzó los estudios de Filosofía y letras, su retórica y
semántica era fantástica, comenzó a introducirse en la vida poética pero…
¿Qué le sucedía a
su alma que llegaban pensamientos diferentes…?
Ya cumpliendo años y sus padres fallecidos
a quienes tanto entusiasmó tener un hijo sacerdote, decide dejar el sacerdocio
y se une como laico a misiones de apoyos
humanitarios.
No pensaba a dónde le iba a llevar su vida
como laico secularizando su estado.
Se
enamora de él una joven misionera. En la proximidad del connubio, un Amor
fantástico que él nunca pensó que podría suceder en esta bola del mundo
terreno, y en pocos meses deciden casarse.
A ese Amor, enlace aún increíble para él,
ya en las puertas de la iglesia, le diagnostican poco tiempo de vida por
problemas de una enfermedad escondida sin nunca haber tenido síntomas. Esa
enfermedad del tiempo que trabaja en secreto en el organismo.
Y en llamarla el Supremo del alto cielo,
siente Prudencio que se le acaba la vida, que su caminar no tiene arreglo de
futuro.
Por primera vez Prudencio, se pregunta con
su destronada alma y sus ojos en lágrimas, deja grandes heridas en su sensible
corazón y se pregunta:
¿Por qué a mí Señor?
Pasando un tiempo de duelo, y buscando
cicatrizar sus emocione, entra a trabajar en la enseñanza privada como profesor,
aquí, en la academia de enseñanza,
Prudencio y Piluca se conocen.
Prudencio pronto ve en Piluca, un paño de
lágrimas con quien puede confiar abriéndole su alma.
Le hace partícipe de sus tantos estudios y
experiencias, y sobre todo, de la herida de un Amor perdido sin llegar a
colocar el anillo de desposados.
La empatía fue mutua y pensó Piluca que lo principal era animarlo y ¿por qué
no entrar en el mundo literario y escribir un libro de poemas con cierto ritmo
de prosa?
¡Qué
mejor que escribir en Internet nuestras aventuras, desventuras, imaginaciones y
experiencias dentro de nuestras inspiraciones poéticas!
De ahí arrancan a formar su libro de
poemas con gran entusiasmo dentro de su lirismo, estilo y Amoroso pensamiento.
Así, de esta forma sutil, delicada y transparente,
Piluca y Prudencio, hacen sus “pinitos” con todo el sentimiento de su corazón y
de su alma, fiel a la razón y entusiasmo literario.
Prudencio siempre tiene un gran respeto
por Piluca aunque persistente, le sigue
la sumisión a lo que fueron sus hábitos y ese Amor por su amada que tanto interés tuvo después de ser
sacerdote.
-¡Oh sentimiento y dolor donde se puede
ver el alma humana cuando se pierde un angelical Amor! -sigue pensando su pensamiento.
Las margaritas, serán de los dos, como el
sello de humildad que representaban sus vidas, aunque la Rosa y el Clavel
fueran, como su esencia y estigma para mitigar su dolor como el éxito de su
alegría en su literaria expresión.
Y al recuerdo de autores en esencia literaria,
comienzan con la inspiración del insigne
Antonio Machado.
Pilar Novales
Registrada