miércoles, 19 de octubre de 2016

EL DOLOR DE PERDER A UN HIJO

 EL DOLOR DE  PERDER UN  HIJO  (a una madre real 6-2016)
Soñaba con la Aurora porque siempre le daba el primer beso y siempre  su ternura con el dulce desayuno de la mañana.

En despertar la fuente de la sabiduría, bien para sí decía: Te he visto en tu sueño y cómo en él, crecía tu alma descansando tu corazón de tanto caminar.

Te he visto en tu sueño ser feliz sin querer volver al mundo, estás cansada, no quieres ya vivir en esa zozobra inquieta de soledad humana y desajuste de emociones.

A falta de regocijos amantes, de sentir acaso una caricia, un limpio beso sin esperar tan solo a la ternura del amanecer…

Y piensas en la Aurora, esa caricia limpia rayando la alborada sobre un lecho lleno de flores.

Y agradeces al Divino Creador el ser mujer, el haberte sentido Madre de eternos momentos pudiendo dar tu Amor con mimo.

Te sientes creadora, reconocida y predilecta por tantos momentos dichosos que se te pudieron conceder por el tiempo permisivo de amar.

Has estado en la rueda de la fortuna como hija amante, esposa querida y deseada y sobre todo, eso, ¡¡¡Madre!!!

Ahora la soledad te quita la complacencia. Perdiste tus amores y el Amor de tus entrañas.

Ese  ser de tus entrañas entusiastas que felizmente te costó sacarlo a la dignidad de la vida, como todos,  pero  éste, era tu compensación.

Ese tu amante hijo, de entre todos, el más  agradecido en su infancia, en su adolescencia y en su madurez siendo tu compensación del arte de traerlo al mundo, aunque bien sabes que es un mundo perecedero.

Ahora, en ese tu sueño, ya no quieres volver a la vida, has perdido tu horizonte sin aquella recompensa que se te habían  otorgado.

En esa senectud de tu existencia, aquel apoyo de las emociones y cariños dados cada día que te visitaba y  te daba las buenas noches.

Ahora lo perdiste para el mundo, y caminas en la noche porque perder a un hijo en la flor de su existencia, es el dolor más fuerte de una Madre.

Tú que has sido autodidacta, poeta de la vida que has sabido convertirte en flor, en hierbabuena con aromas, con caricias y candor.

Cuantas veces has sido paloma mensajera de apoyo, Amor y entendimiento a tus semejantes.

Has sabido Amar en la escuela de la vida, entiendes de fe, del sentir de la prudencia y paciencia entre los agrios y dulces, tú Amor y ternura.
Has enseñado tantas cosas, que sin ser aprendidas todas, las llevas en el maternal joyero de tu corazón.

Don preciado para la vida expandiendo los perfumes de tu alma con el carisma pulido  de un delicado cristal transparente y sutil.

Aún con el ansia de tu sed de muchas angustias y dolor,  refrescaste con tu entusiasmo gargantas deshidratadas de la vida.
Tú, como la Madre de Cristo-Jesús, sabes qué es el dolor de perder a un hijo del Amor.

Ya no conoces a nadie porque tu edad avanzada junto a tu dolor, ha roto el tenue cristal de tu delicado estado de salud.

Ya ves otro camino derecho hacia el hijo perdido, hacia la vida real de la liberación del alma, hacia la verdad de cruzar el puente hacia la generosidad de lo Divino y ya no te haces preguntas. 

Quieres tan solo, llegar a él,   al encuentro de aquel ángel que le diste y te dio tanto Amor.

                                                                                          Pilar Novales

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