EL DOLOR DE PERDER UN HIJO (a una madre real 6-2016)
Soñaba con la Aurora
porque siempre le daba el primer beso y siempre
su ternura con el dulce desayuno de la mañana.
En despertar la
fuente de la sabiduría, bien para sí decía: Te he visto en tu sueño y cómo en
él, crecía tu alma descansando tu corazón de tanto caminar.
Te he visto en tu
sueño ser feliz sin querer volver al mundo, estás cansada, no quieres ya vivir
en esa zozobra inquieta de soledad humana y desajuste de emociones.
A falta de regocijos
amantes, de sentir acaso una caricia, un limpio beso sin esperar tan solo a la
ternura del amanecer…
Y piensas en la
Aurora, esa caricia limpia rayando la alborada sobre un lecho lleno de flores.
Y agradeces al Divino
Creador el ser mujer, el haberte sentido Madre de eternos momentos pudiendo dar
tu Amor con mimo.
Te sientes creadora,
reconocida y predilecta por tantos momentos dichosos que se te pudieron
conceder por el tiempo permisivo de amar.
Has estado en la
rueda de la fortuna como hija amante, esposa querida y deseada y sobre todo,
eso, ¡¡¡Madre!!!
Ahora la soledad te
quita la complacencia. Perdiste tus amores y el Amor de tus entrañas.
Ese ser de tus entrañas entusiastas que felizmente
te costó sacarlo a la dignidad de la vida, como todos, pero
éste, era tu compensación.
Ese tu amante hijo,
de entre todos, el más agradecido en su
infancia, en su adolescencia y en su madurez siendo tu compensación del arte de
traerlo al mundo, aunque bien sabes que es un mundo perecedero.
Ahora, en ese tu
sueño, ya no quieres volver a la vida, has perdido tu horizonte sin aquella
recompensa que se te habían otorgado.
En esa senectud de tu
existencia, aquel apoyo de las emociones y cariños dados cada día que te
visitaba y te daba las buenas noches.
Ahora lo perdiste
para el mundo, y caminas en la noche porque perder a un hijo en la flor de su
existencia, es el dolor más fuerte de una Madre.
Tú que has sido autodidacta,
poeta de la vida que has sabido convertirte en flor, en hierbabuena con aromas,
con caricias y candor.
Cuantas veces has
sido paloma mensajera de apoyo, Amor y entendimiento a tus semejantes.
Has sabido Amar en
la escuela de la vida, entiendes de fe, del sentir de la prudencia y paciencia
entre los agrios y dulces, tú Amor y ternura.
Has enseñado tantas
cosas, que sin ser aprendidas todas, las llevas en el maternal joyero de tu
corazón.
Don preciado para la
vida expandiendo los perfumes de tu alma con el carisma pulido de un delicado cristal transparente y sutil.
Aún con el ansia de
tu sed de muchas angustias y dolor,
refrescaste con tu entusiasmo gargantas deshidratadas de la vida.
Tú, como la Madre de
Cristo-Jesús, sabes qué es el dolor de perder a un hijo del Amor.
Ya no conoces a
nadie porque tu edad avanzada junto a tu dolor, ha roto el tenue cristal de tu
delicado estado de salud.
Ya ves otro camino
derecho hacia el hijo perdido, hacia la vida real de la liberación del alma,
hacia la verdad de cruzar el puente hacia la generosidad de lo Divino y ya no
te haces preguntas.
Quieres tan solo, llegar a él, al encuentro
de aquel ángel que le diste y te dio tanto Amor.
Pilar Novales