jueves, 24 de abril de 2014

MONÓLOGO DE ARMANDO

Contigo querida Higuera todo el año me parece primavera, además, tienes nombre masculino por tu tronco y femenino por tus ambrosías. Como una novia eres para mí en este mí huerto que tanta dicha y compañía me produce.

Eres un árbol pequeño de la familia de las moráceas, tus hojas son lobulosas y que buen fruto me vas dando en el tiempo de otoño  ofreciendo a mí paladar los sabrosos higos o las brevas que unos y otras van  en el momento que les toca crecer.

En realidad no das un fruto solo sino tus higos son una infrutescencia (un conjunto de frutos con más de setecientos cincuenta especies de higos diferentes entre lo comestibles y los que no se comen)

Ya sé querida Higuera que vienes de Asia Occidental aunque te expandiste por todo el Mediterráneo. A mí me ofreces el fruto en los primeros fríos de otoño. Además yo te cuido todo el año y tú me respondes con la sombra que me das en tiempo de calor.
Ornamentas mi huerto de maravilla impregnando todo de tu delicado aroma. Una hamaca tengo bajo tu sombra y tu gozoso halago y armonía.

De vez en cuando voy vigilando mis gallinas, ya sabes, querida Higuera que me dan unos huevecitos a diario, que como es natural, no consumo todos los que ponen las gallinas y los vienen a buscar las vecinas.

Mis huevos les resultan buenos y sabrosos como las brevas que de todo les apetece. Siempre me quieren pagar algo por lo que llevan a su casa. Yo se les doy con todo mi Cariño.

Dicen que si soy feliz. No sé qué te diga pero tengo la sensación de tener cuanto me hace falta.

Mi huerto de verduras y diversos  frutales, también comparto, como las flores con sus misteriosos aromas…

Soy silencioso, ya lo sabes, pero es que pienso que hasta de alguna palabra que pueda expresar, las gallinas con su labia, la pueden cacarear y con tanto vecino…

Contigo no hay problema, eres tan discreta que a ti muchas cosas te las puedo contar aquí en nuestra intimidad.
Te confieso que tuve una novia que me dejó por otro,  fui a buscar la luna y cuando volví otro más listo que yo la conquistó.

De aquel amor, querida Higuera, vino al mundo un hijo pero a poco de nacer el niño, se lo llevó su madre y nunca me permitió ver a la criatura.

Me había enamorado con el corazón y con el alma pero un trabajador modesto no puede hacer fortunas. Según me dijo una amiga de ella, se había casado con un terrateniente, y al ser estéril, le dio al niño los apellidos ya que los míos  los  rehusó.

La familia y la vecindad que si era un calzonazos, que si seguía sin  memoles, que ya me hacía mayor y estaba solo y  todo  por habérmela dejado quitar.

Al final del tiempo, tuve que ahogar mi orgullo y venirme a vivir al campo, así en este  pueblo todos me quieren porque no saben mi vida ni mis milagros.

Cuando tuve unos ahorros la busqué para dárselos. Pero ella, altanera, bien floreada, altiva, como una señorona con brillo de riqueza permanente ya que bien se veía en el sombrero que llevaba de cuatro  puntas con ramo floreado de flores secas, y  nada,  nada dijo cogiendo lo que dignamente le di para atención de mi hijo  y no por hacerle falta sino por conciencia.

Pero sabes, tengo siempre clavada la espina de la paternidad, no te puedes imaginar lo que he podido padecer con la existencia de ese mi hijo que tanto le pude haber querido.

Con lo que heredé de mis padres, después de cuidarlos, me compré esta casa con huerto, tengo poca pensión pero para mí  entre las verduras, los árboles frutales, los huevos y algunos higos tuyos voy ahorrando algo por eso que dicen que si ganas tres guardes por lo menos uno por si “acaso” pero el por si  “acaso” te hace ir estrecho y te mueres y queda casi siempre para el diablo.

Perdona, querida Higuera, yo hablo y hablo y tú, sumisa y respetuosa escuchando. Te estoy comparando como si fueras profesional de psiquiatría que escuchan, escuchan con suma atención y al final dan su diagnóstico o recetan sin más que decir. Así, voy a acabar con mis sentires de desahogo y confianza.

¿Tú te has dado cuenta, querida mía, que hace algún tiempo nos visita una dama educada, respetuosa y muy digna? Es jubilada de maestra, viuda sin descendencia. Yo no hice ninguna carrera de las que llaman universitarias pero hice una profesión digna.

En el tiempo libre tomé algunas clases de cultura y cogiendo gusto en aprender, me convertí en autodidacta.  Cuando salgo por el pueblo con las personas cultas y con la gente joven, puedo alternar. 

Nunca pensé en enamorarme, con los  tropezones que tuve, nada de eso.  ¿Tú crees que esta amistad me conviene? A ella, a Jacinta, que ese es el nombre de esta dama, no le importa viajar y salir de la rutina.

Ha insinuado que las gallinas y todo lo demás podemos dejarlo a cargo de alguno del pueblo que los hay de confianza y así poder vivir un poco.
Yo por las experiencias que he vivido ando a la sombra de la vida, sin intimidad con nadie.

Ahora que ya se hace la hora higuera mía, nos iremos a acostar y mañana al amanecer el Alba ya me darás tu opinión.

A ver si yo pudiera alcanzar alguna compañía, que, quién sabe si al final de esta tercera edad, que aún dicen que hay una cuarta edad y que en ese “aún” se puede crecer, ser feliz y evolucionar algo más.
Buenas noches mi atenta y querida Higuera, hasta mañana si Dios quiere.

                                                          María Pilar Novales fandos


                                        

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