En las aguas dulces del manantial de la existencia
humana, se envuelven los entusiasmos, se enriquecen los sentimientos saciando
la sed de corazones sedientos, sedientos de Amor y afectos. Energía Divina,
aliento creador de tierras, mares y cielos, de lo inteligible… Aguas del propio
Verbo de lo Infinito.
No eres invisible, Dios Omnipotente de la Verdad. En ese manantial de la Creación, te haces
presente. Estás en cualquier rincón del
mundo de la materia, en cada paisaje, en
los árboles, en las flores, en cada hojita se respira tu hálito, en la música
de ríos y mares se oye tu voz.
Eres el Sol que atraviesa las constelaciones
dejando el reflejo en la sonrisa de la
Luna. Eres la Luz de cada estrella encendiendo los luceros del Universo. En el
ser humano prendes tu Esencia. Soplo energético para la vida sedienta del Amor, de la fraternal
hechura del Ser.
Engendras al ser
humano en el jardín de la inocencia dando abono para crecer las flores de su existencia
pero no siempre, Dios de la Verdad y de la Vida, se aprovecha tu ayuda quedando el alma
desierta, ciega de esa Luz que diste a la angelical ternura del ser humano al
llegar al mundo.
Dando oportunidades
silenciosas, ciñes la imagen física del hombre convirtiéndolo en polvo una y
otra vez para volver a reciclar su
espíritu, fugaz tiempo, hasta llegar a ser estrellas del propio Universo.
Pilar Novales
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