jueves, 23 de agosto de 2018

CÁNDIDO

Navegó  aquella noche desierta poniendo rumbo
entre las aguas del mar.

Cándido insistió en llegar al benéfico coral,
y no era mentira, en cálida armonía
todo lo veía real.

Y Como bien sabía, coral venía de coro,
y él,  se encontraba entre un montón de voces
bajo las aguas del mar
al canto de las sirenas y la celestial música
del cielo entre las olas y su intriga bien saciar.

Como si no tuviera soledad en su vida,  y si a ello se añadía
la belleza de las perlas creciendo dentro de sus conchas,
gestando los inmaculados aljófares, que más tarde
lucirían  entre la belleza femenina.

En ser marea alta, a él no le importaba,
a veces se encontraba  entre una bahía
donde la paz de su corazón sonreía
al encuentro de ser tritón pues bien estaba informado
por haber preguntado al Rey Neptuno.

Aquellos hijos de los dioses marinos Poseidón y Anfitrite,
a semejanza de las sirenas pero en masculino,
su cuerpo y  cola de pez lucían.

El Tritón siempre tocaba la caracola para volar los gigantes
con arrojo y gran arrogancia.

-¡Oh,  dioses marinos forjadores de  mareas con  grandes oleajes
con sus enormes  trapisondas -entusiasta se decía.-

Cándido buscaba algo más.
Buscaba, como un verdadero
ser navegante mar adentro,
un apaño misterioso de felicidad,
recóndito en lo más hondo del mar,
y con toda  seguridad
que lo encontraría al arrimo de su cantar.

Bajo las luces oceánicas, aquellos castillos
llenos de vida natural,
de flores y bellezas, riquezas marinas
en todos los entornos  de aquel mundo marino.
Allí Cándido, flotaba y en advertir,
una sirenita  a la ventana de una ola asomaba,
él se veía    convertido en tritón…

Qué no haría Cándido para ser galán en cortesía,
y acercándose  a una velocidad respetuosa
entre tanta maravilla marina, encuentro de ensueños,
de naturaleza pura digna del Poderoso en la Tierra.

-¿Quién es usted?
-Preguntó la sirena Lupita-.
-“Estoy convertido en Tritón sin saber porqué
y bien se ha de adivinar que pensando en un Amor,
bien apareció usted”.

-No se hable más,
-dijo enamorada a primera vista Lupita.
En hacer una fiesta en el castillo del mar,
Lupita  y el enamorado Cándido, original, diligente,
emotivo y complaciente…

Bien que no se hizo a rogar
y feliz y contento,  casadito se encontró.
¿Cómo podría ser, si era una belleza,
con marineros y navegantes
todos de buena clase social?

Y al  despertar del sueño,
destronado de su hechizo de real y feliz tiempo,
de ser feliz su realidad, preguntó a su almohada:

-¿Dónde tú, compañera de sueños,
has escondido el sueño mío de esta noche
donde todos los seres marinos,
me estrechaban en abrazos viéndome casado
con una sirenita de coral

con grandes rangos y gusto enamorado?

                              A.   M.P. Novales Fandos

registado                                           

No hay comentarios:

Publicar un comentario