jueves, 27 de febrero de 2014

VOY EN EL VUELO DEL MUNDO

¡Oh, Dios y dador de vida!
Yo quisiera encontrar en la noche el pálpito de una estrella, una estrella con luz comprensiva que me transmitiera entendimiento y voluntad.

Yo quisiera emprender el vuelo como las gaviotas a tierras diferentes donde las hojas de los árboles de otoño formaran alfombras de entusiasmo. Cruzar los mares hacia lo sublime, hacia el inframundo o etéreo.

Donde fuera del globo terráqueo se eliminaran las miradas y  la carga agónica de los cuerpos. Donde el vino tomado en copa de vidrio no fuera causa de embrutecer ni lastimar los sentidos en torpezas ni convertir a los seres en vagabundos  degenerando el propio  sistema inmunitario…

…Y que el latir de los corazones tuviera sentido libertador de alegrías sin final. Que los dedos de las manos fueran racimos de entendimiento, ilustre acicate de ventura y libertad. Que como el Ave Fénix no se tuviera caducidad del tiempo temporal volviendo a renacer del propio reciclaje de las cenizas de la existencia Humana.

Que el altruismo no fuera desasido de las miradas impertinentes del bien hacer Humano y en la  mansedumbre importara la calidad  de entendimiento y  el valor acuciante del espíritu de cada ser humano.

                                                                                                      Pilar Novales





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