¡Oh,
Dios y dador de vida!
Yo
quisiera encontrar en la noche el pálpito de una estrella, una estrella con luz
comprensiva que me transmitiera entendimiento y voluntad.
Yo
quisiera emprender el vuelo como las gaviotas a tierras diferentes donde las
hojas de los árboles de otoño formaran alfombras de entusiasmo. Cruzar los
mares hacia lo sublime, hacia el inframundo o etéreo.
Donde
fuera del globo terráqueo se eliminaran las miradas y la carga agónica de los cuerpos. Donde el
vino tomado en copa de vidrio no fuera causa de embrutecer ni lastimar los
sentidos en torpezas ni convertir a los seres en vagabundos degenerando el propio sistema inmunitario…
…Y
que el latir de los corazones tuviera sentido libertador de alegrías sin final.
Que los dedos de las manos fueran racimos de entendimiento, ilustre acicate de
ventura y libertad. Que como el Ave Fénix no se tuviera caducidad del tiempo
temporal volviendo a renacer del propio reciclaje de las cenizas de la
existencia Humana.
Que
el altruismo no fuera desasido de las miradas impertinentes del bien hacer Humano
y en la mansedumbre importara la
calidad de entendimiento y el valor acuciante del espíritu de cada ser
humano.
Pilar Novales
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